Capitular ante la "E"
Esta semana hemos vivido el vodevil de la E capitular. Repitiendo el libreto de ocasiones anteriores, el Gobierno acuerda una iniciativa, de pronto se ve descubierto, por lo que echa marcha atrás, pretende negar lo obvio y al final tiene que rendirse ante la evidencia.
Esta semana hemos vivido el vodevil de la E capitular. Repitiendo el libreto de ocasiones anteriores, el Gobierno acuerda una iniciativa, de pronto se ve descubierto, por lo que echa marcha atrás, pretende negar lo obvio y al final tiene que rendirse ante la evidencia.
El protagonista de la semana ha sido el consejero de Interior, señor Ares. Nada más llegar al departamento se preocupó de que no hubiera una sola ikurriña solitaria, y se ocupó de colocar a su lado la correspondiente rojigualda. A continuación, viajó a Madrid a participar en la multitudinaria jura de bandera en que se ha convertido el desfile anual de las Fuerzas Armadas. Y probablemente animado por el ambiente y la compañía decide dar un paso adelante. Los uniformes de la Ertzaintza llevan un escudo con la E capitular sobre una ikurriña. A Ares no le gusta y decide quitarlo, quita la E y con ella también la ikurriña. Dado que no puede decir que es una cuestión de "gustos personales", consulta el manual y encuentra la solución: la E capitular "no es moderna y además la inventó Sabino Arana". Razón más que suficiente para quitarla.
Satisfecho emprende una tarea que parece sencilla, pero es informado de que hay almacenados miles de uniformes con el dichoso escudo ya colocado. ¿Qué hacer? Vuelve a consultar el manual y encuentra una nueva solución: "Decir una cosa y hacer la contraria". Declarar que no va a quitar la E, solo va a realizar un "análisis", y al mismo tiempo ir quitándola de los uniformes. Conclusión: ya hemos visto los uniformes sin escudo, sin E ni ikurriña. Peor todavía, hemos visto los uniformes con el llamativo espacio vacío dejado al arrancar el escudo.
Tengo que reconocer que, a mí, los símbolos me parecen importantes. No obstante, quizá no hubiera comentado este tema si los "divinos socialistas y populares" no nos hubieran aburrido durante años con la matraca de que a ellos los símbolos, las banderas y los himnos no les preocupan. Que ellos a lo que se dedican en realidad es a responder a los problemas de la gente. Muy bonito, pero falso. Desde que PSE y PP llegaron juntos al poder no han hecho más que dedicarse al simbolismo. Primero cambiar el mapa del tiempo de ETB, luego modificar el acto de jura de Gernika, poner banderas españolas por doquier, proponer el cambio del día de Euskadi, participar en la fiesta de las Fuerzas Armadas Españolas. Y por fin, el más deseado, retransmitir en directo el mensaje del Rey. Éste era el gran problema de los vascos y de las vascas: había una televisión en Euskadi que no retransmitía el mensaje del monarca. Grave problema social, pero ahora, gracias al cambio, el tema está solucionado. Por fin podremos ver al Rey en todas y cada una de las televisiones. Es un gran alivio para la población.
Quitar la E capitular del uniforme de la Ertzaintza es quitar un símbolo, pero simboliza mucho más. Simboliza aceptar una nueva uniformidad, simboliza no aceptar la diferencia, simboliza capitular.
Llevamos seis meses de Gobierno de cambio sustentado por la alianza PSE-PP, seis meses de retroceso, de dilución, en definitiva de entreguismo o capitulación.
Tenemos un Gobierno capaz de calificar 30 años de sistema educativo vasco como de "adoctrinamiento nacionalista". Un sistema educativo que en realidad ha demostrado que funciona, que ofrece mejores resultados que los del resto de comunidades del Estado. Un sistema que se ha construido desde amplios consensos, que ha sido gestionado por tres partidos diferentes, incluido el socialista. El sistema educativo vasco no merece semejante descalificación. Pero la pregunta es, ¿por qué realiza esta declaración la consejera Celaá? Y la respuesta es clara: porque busca el aplauso de Madrid. Y lo obtiene. Pero Celaá tiene que responder en Euskadi, y si considera que el sistema educativo ha sido y es de "adoctrinamiento nacionalista" tendrá que tomar medidas urgentes y de gran calado para evitarlo. Pero no tiene medidas, porque en realidad no tiene razón.
El nuevo Gobierno se va por las ramas con el Estatuto. Primero celebra la fiesta de su incumplimiento y, lógicamente, en Madrid se frotan la manos, si en Euskadi se celebra el día del Estatuto con 36 transferencias pendientes, ¿para qué las van a transferir? Termina la celebración y el Gobierno es capaz de abrir y cerrar una propuesta sobre la actualización del Estatuto en el tiempo récord de 24 horas. Lo hizo el propio López, en sede parlamentaria, y tardó un día en desdecirse. ¿Por qué hizo la propuesta? Porque sabe que existe una demanda social cierta. Porque sabe que el pueblo vasco quiere que se cumpla y actualice el Estatuto, porque es sinónimo de progreso y bienestar. ¿Y por qué retiró la propuesta de inmediato? Porque sabe que el Estado no admite esta actualización estatutaria, cuando ni siquiera admite el cumplimiento del actual Estatuto. López es llamado a capítulo y tiene que dar marcha atrás, tiene que callar, y admitir la fórmula "normalizadora y armonizadora" del café para todos. López capitula ante la E.
Esta misma filosofía la hemos encontrado en la acción, o mejor dicho inacción, económica del Gobierno. Primero fue la portavoz del Gobierno, declarando que las medidas para la recuperación económica le correspondía adoptarlas al Gobierno central (sic). El Gobierno vasco esperando las medidas económicas del central. Si esto no es capitular, lo parece. Y desde luego lo que no cabe duda es que esto no es autogobierno.
Y a continuación, el intento de ocultación socialista ante la necesidad de blindaje del Concierto Económico. ¿Cuándo decidió el partido socialista apoyar el Concierto? Sólo en el momento en que se vio ante la tesitura de no sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. ¿Qué hizo el PSE para lograr el pago de la deuda del IVA con la Diputación alavesa? Absolutamente nada. O sí, capitular.
En el ámbito económico, la obsesión del nuevo Gobierno del cambio era sólo una, deshacer el Plan de Aceleración Económica firmado por el Gobierno Ibarretxe con las tres Diputaciones Forales. ¿Y cuál ha sido el resultado práctico real? Menos inversiones y más deuda.
Desgraciadamente, con este Gobierno débil, también en la economía la fuerza de los hechos nos va a acabar armonizando con el Estado, algo tan del gusto del tándem socialista popular. De momento ya vamos recortando distancias a base de reducir el crecimiento y subir el paro más que la media en el Estado. Y por supuesto, los socialistas han llegado al Gobierno y han puesto en marcha su medida estrella: el endeudamiento. Deuda este año, el que viene y los dos siguientes. El socialismo es sinónimo de deuda, porque sin endeudamiento no funciona. Lo acabamos de contemplar en estado puro: crece el paro y deciden subir los impuestos, desaniman la inversión y el consumo, con lo que vuelve a subir el paro, y vuelta a empezar.
Ante esta situación nuestra propuesta ha sido clara. Primero la E de la Economía y la Estabilidad. Somos un partido en la oposición, pero un partido responsable con este país. La situación económica es grave y hemos apostado por la estabilidad. Es nuestra aportación a la recuperación económica, sin lugar a dudas, la principal preocupación de nuestra sociedad.
Y en segundo lugar, la E de Euskadi, de la defensa de nuestros intereses. Estamos viviendo un tiempo político de centralismo puro. El posicionamiento del Tribunal Constitucional ante el Estatuto de Catalunya es el último ejemplo. Y ante esta situación nosotros no vamos a capitular. El PSOE y el PP comparten una única idea, hay una misión que les une: su visión uniforme del Estado. Y de repente se han encontrado con un Gobierno Vascongado que la acepta, que se entrega, que claudica, que capitula. Es su situación ideal, es lo que han venido a denominar el "oasis vasco".
Pero no son conscientes de que están viendo un espejismo. Porque la sociedad vasca reivindica su personalidad, su diferencia. La sociedad reivindica un sistema educativo propio, unos medios de comunicación, una política económica, una Ertzaintza, unas instituciones de autogobierno propias.
La sociedad vasca no va a capitular y el sociómetro vasco acaba de demostrarlo. El nivel de satisfacción de la sociedad con el Gobierno vasco ha caído 20 puntos y el nivel de confianza ha caído 10 puntos. En ambos casos se trata de la peor valoración social del Gobierno vasco en toda la serie histórica de estudios realizados.
La E capitular es un símbolo y sólo un símbolo, pero el vacío que deja en el uniforme de la Ertzaintza simboliza un objetivo a completar, un objetivo a recuperar. El trabajo por el autogobierno vasco, por nuestras instituciones, por nuestra lengua, y también por nuestros símbolos está hoy más arraigado que nunca. El vacío que deja este Gobierno al capitular es visible y nuestra responsabilidad es volverlo a llenar.